Las enfermedades mentales afectan tanto a niños, como ancianos, jóvenes, mujeres y hombres, y a lo largo de nuestra vida padeceremos todos algún tipo de enfermedad mental. En los últimos 10 años es la patología que mas ha crecido en España.
La Ceguera y Sordera de la sociedad en general y de las administraciones en general para ver los graves problemas y necesidades que sufren los afectados por patologías mentales no ayudan nada.
En primer lugar, agradecer que se hayan acordado de nosotros para participar en estas jornadas tan importantes para levantar conciencias. Trataremos de poner nuestro granito de arena para que los afectados que llevan años luchando y reivindicando sus derechos como pacientes y como seres humanos, tengan el reconocimiento en la sociedad, y que las administraciones no tengan ni obstáculos ni excusas, para seguir con el abandono a estos pacientes, según nuestro humilde criterio los más olvidados y maltratados.
La falta de información en medios, como documentales en la tele (que es el mayor medio de información de la sociedad) sobre lo que es cada cosa, lo que le sucede a la persona que sufre esa enfermedad (síntomas), para que él mismo entienda lo que le pasa, para que vea que no es un caso único en el mundo, para que sobretodo la familia, pareja, hijos… sepan lo que está sucediendo y puedan entender un poco el por qué de sus comportamientos y a la vez puedan ayudarle en terapias, etc
Seria necesario y urgente esa información, y que se lo tomen mas en serio. Hoy en día, sobre el ‘trastorno límite de personalidad o borderline’ poca gente e incluso psicólogos saben exactamente lo que es y por lo tanto no lo consideran ninguna enfermedad de riesgo. ¿Qué conlleva eso? que sean rechazados por la sociedad por como actúan, como piensan, ellos mismos no entienden qué pasa porque para ellos lo que hacen es correcto, se aislan, no se relacionan con nadie, raramente tienen una estabilidad familiar precisamente porque emocionalmente son muy inestables, llegan a adicciones de alcohol u otras sustancias, a autolesionarse, y a convertir tanto su vida como la de sus familias en un verdadero infierno por sus conductas violentas y agresivas que en muchos casos ha llegado a violencias de genero, divorcios contenciosos, suicidios, chantajes emocionales…etc.
Por ello es importante que Asociaciones, medios de comunicación, clínicas, colegios de psicólogos y psiquiatras, y la propia Sociedad seamos conocedores de estas patologías mentales. Las asociaciones, por ejemplo, están cansados de enviar información sobre la enfermedad a los Jueces de Familia sobretodo por el riesgo que tienen las familias e hijos, tanto en violencias verbales y físicas, como en chantajes, venganzas… , convirtiendo sus vidas en verdaderos infiernos.
En los centros de día de psiquiatría, les dan el alta sin hacerles después un seguimiento o control, dejan que ellos mismos decidan si se quieren ir a casa o si quieren ingresar, algo insólito en esta enfermedad, ya que no deberían tener la decisión por no estar mentalmente capacitados para ello, y máxime cuando han habido intentos de suicidio, poniendo así en peligro de nuevo la vida del paciente y la vida de la familia, mujeres e hijos que viven con estos enfermos que no reconocen tener ‘la enfermedad’ y se niegan a seguir tratamientos o terapias.
Tanto la Sociedad, como los propios psicólogos, como el Sistema Judicial deberían conocer perfectamente cada enfermedad y saber tomar un diagnostico correcto, hacer seguimientos de cada paciente y ‘obligarlos’ a seguir una terapia, por el bien «tanto de los pacientes como de la propia familia» que corre un grave riesgo de sufrir tanto en violencia doméstica, como autolesiones, etc
Podremos escuchar a nuestros mandatarios reconocer públicamente la necesidad de tomar medidas para luchar contra el sufrimiento e indefensión de los enfermos mentales y sus familias, pero al parecer esto es de cara a la galería , ya que no se acaba de ver la luz el que sería un apoyo integral en los tratamientos ayudas tanto materiales, médicas y psicológicas y cuando decimos esto no hablamos de fármacos de lo que tanto se benefician las compañías farmacéuticas , pero lo cierto y verdadero es que no se terminan de solventar las reivindicaciones de los afectados, que no tienen ni color ni edad y lo demuestra el crecimiento que afecta a toda la sociedad y la única realidad es que es una de las enfermedades que mas han crecido. Consideramos que la enfermedad mental grave con diagnóstico, discapacidad y duración prolongada como las esquizofrenias, trastornos bipolares y trastornos graves de la personalidad, suponen un deterioro cognitivo, que conllevan dificultades de integración. Desgraciadamente, como en muchas cosas en el ámbito sanitario, España no ha mostrado una respuesta adecuada a un problema tan importante ya que los recursos actuales no son suficientes, en comparación a otros países de su entorno. Los políticos deberían trabajar en pro, no sólo para la asistencia médica farmacéutica sino para la rehabilitación a través del tratamiento psicológico, terapias, espacios y clínicas especializadas y la adecuación del entorno social (puesto de trabajo, prestación económica, apoyo a vivienda, ayuda a las famílias,…) como ya hemos dicho con anterioridad
En términos generales, no hay buena relación con el paciente con enfermedad mental y esto debería ser subsanado para tener una total colaboración, reconociendo la condición de éste último como conocedor de su enfermedad, y superando las relaciones de poder que le causan tanto daño a su autoestima y tantas dificultades al propio profesional.
Los poderes públicos y la sociedad civil deben ayudar a la inclusión y el desarrollo personal desde el modelo social. Más del 80% de las personas con enfermedad mental viven con su familia (y con frecuencia mujeres de una determinada edad), que hacen tener una vida triste y desoladora, sin que nadie les preste atención. Por tanto se les debe prestar el cuidado y la atención que necesitan para no sentirse huérfanos de solidaridad y respeto.
La entrada en vigor de la convención internacional sobre los derechos de las personas con discapacidad, no ha tenido la repercusión que se esperaba de ella y tal parece que su su lectura no ha sido tomada en cuenta por los poderes públicos Españoles para modificar, no solo la normativa existente, sino también suprimir las prácticas médicas o jurídicas que sean contrarias a la propia convención. Destacar que, si difícil lo tienen los hombres con enfermedades mentales, las mujeres se encuentran en peor situación y sometidas a una doble discriminación, mas proclives en casos de violencia, y también discriminadas en el acceso a la educación, al trabajo, etc.
Afortunadamente, son muchas las asociaciones de familiares o de apoyo a las personas con enfermedad mental y, sobre todo, muchas las personas comprometidas en ellas. Pero de esto debe aprender la administración, escuchar, ya que las asociaciones no deben en modo alguno suplir las responsabilidades de la Administración. Tanto en la creación de servicios o recursos públicos, deberían garantizar con normas, los derechos de las personas con enfermedad mental, concretar las prestaciones a las que tienen derecho. Es todavía hoy, uno de los más importantes logros por conseguir, como ejemplo: el número de centros de día; de unidades de corta estancia en hospitales psiquiátricos; de unidades de psiquiatría en hospitales generales; pocas camas psiquiátricas en hospitales por debajo de la media europea , también número de psiquiatras infantiles de plazas en residencias para personas mayores de 65 años Es decir, mínimos recursos humanos, comunitarios, hospitalarios, residenciales, esta clara insuficiencia de recursos, una distribución territorial muy desigual de los mismos, desbordamiento de algunos servicios esenciales (listas de espera, escasos tiempos de atención, quejas de familiares y profesionales…).
Hay pocos enfermos con enfermedad mental que se atrevan a reclamar y denunciar su situación de forma individual se sienten frustrados y por eso la labor de las asociaciones es tan indispensable.
Desde el Defensor Del Paciente tenéis nuestro apoyo nuestra máxima solidaridad y en este foro público nuestro ofrecimiento para ayudar a reivindicar donde fuera necesario esos derechos que, como ciudadanos de primera, son los enfermos y familias de enfermedades raras.
Me gustaría para terminar, felicitar a las asociaciones por su lucha imparable, animarles a continuar en ella porque solicitar no es mendigar lo que no se pide no se consigue y solicitando es la forma de mover las conciencias y en eso os aseguro ¡no estáis solos!
CONCLUSIONES
Las enfermedades mentales, como ya hemos repetido, es la que mas ha crecido en los últimos años, un problema de salud pública y como tal, hay que abordarlo con urgencia dentro de Planes sanitarios del ministerio de sanidad.
La inversión en infraestructuras, información y atención socio-sanitaria es vital, así a la información sobre diagnósticos y tratamientos duros y que causan, en muchos casos, unas reacciones no deseadas; los pacientes con enfermedad mental son los peor informados.
Las asociaciones tienen que seguir con la gran labor socio-sanitaria ya que, mejor que nadie, pueden enseñar lo que en su propia dolencia la sufren y la conocen más que nadie para acabar con la ceguera y sordera que existe en la sociedad de estas enfermedades como en otras, y alcanzar el movimiento de concienciación social como problema sanitario de primer orden
Los pacientes afectados deben exigir sus derechos, están dentro de la ley general de sanidad, la ley de autonomía del paciente y, sobre todo en la constitución, que avala la protección a la salud, sin distinguir a la hora de recibir la atención sanitaria ni en tratamientos que requieran en cada momento, son hijos de primera clase. Existe un claro problema que debe solucionarse en este campo, con casi generalmente conseguir que estas enfermedades tengan todo el reconocimiento de invalidantes, para conseguir una vida digna, con calidad y esto pasa por las Comunidades Autónomas y de los Tribunales de Incapacidad.
Aumentan en España las denuncias a psiquiatras por su supuesta responsabilidad en el suicidio de pacientes
Expertos judiciales han advertido que las demandas de responsabilidad profesional contra los psiquiatras y las instituciones donde ejercen su profesión están aumentando, destacando los casos en los que se produce la muerte de pacientes por suicidio. Este fue uno de los temas principales tratados ayer en una mesa redonda organizada por el departamento de Psiquiatría y Psicología de la Universidad Complutense de Madrid.
No obstante, según el magistrado Nicolás Días Méndez, presidente de la Sección 19 de lo Civil de la Audiencia Provincial de Madrid, en España no existe una legislación específica de responsabilidad. «Existe una responsabilidad genérica que afecta tanto al médico como a cualquier otro profesional», apunta
Según indicó, en todos los casos se valora una actuación correcta, y en el caso del profesional médico «se trata de una obligación de medios y no de resultados, que exige emplear todos los medios que la ‘lex artis’ impone en cada momento».
En cualquier caso, Díaz Menéndez explica el aumento de número de demandas por suicidio por la influencia anglosajona. En su opinión, la responsabilidad del psiquiatra «se limita al diagnóstico y a advertir las medidas oportunas. A partir de ahí, la responsabilidad la asume el resto del personal sanitario y la institución», añade.
Por su parte, según datos del catedrático de Psiquiatría Alfredo Calcedo, en el 90 por ciento de los casos de suicidios existe una enfermedad psiquiátrica (en el 50 por ciento de los casos es la depresión). Además, señala que un 40 por ciento de los suicidas ya lo habían intentado anteriormente, y dos de cada tres había comunicado su intención a familiares o a amigos.
En la misma dirección, el presidente electo de la Asociación Mundial de Psiquiatría, Juan José López Ibor, considera que el suicidio está asociado a una enfermedad psiquiátrica como la depresión (con mayor frecuencia), la ansiedad, el alcoholismo y la esquizofrenia.
«También hay otros factores de riesgo como la soledad, la edad avanzada, antecedentes familiares de suicidio, intentos anteriores, daño cerebral, haber expresado deseos de muerte y factores asociados como vivir sin estar integrado en las normas sociales o sufrir cambios muy importantes en su vida», concluyó.