Un bebé que nació el 10 de abril de 2016 en el Hospital General de Albacete, Castilla-La Mancha, perdió sus dos testículos debido a la negligencia de un pediatra, y ahora la familia será indemnizada con 131.000 euros. Tras un parto natural, surgieron problemas cuando el pediatra de guardia notó algo inusual en los testículos del recién nacido, pero no buscó la opinión de otros especialistas ni realizó pruebas adicionales. El diagnóstico inicial fue un hidrocele derecho congénito, y se tranquilizó a los padres asegurándoles que no era algo grave. Sin embargo, meses después, el bebé perdió ambos testículos.
El Servicio de Salud de Castilla-La Mancha admitió la negligencia y acordó la indemnización. La resolución destacó la falta de exploraciones complementarias y revisiones de control necesarias. El bufete Sardinero Abogados presentó la denuncia en nombre de la familia, señalando que los controles y pruebas debieron ser más exhaustivos.
La situación empeoró cuando, al día siguiente del nacimiento, se detectó un aumento anormal en el tamaño del testículo derecho durante una exploración rutinaria. El diagnóstico inicial de hidrocele resultó ser incorrecto, ya que se trataba de una torsión testicular, una urgencia quirúrgica. A pesar de la tardía valoración de la Unidad de Cirugía Pediátrica, el tratamiento quirúrgico resultó insuficiente, no exploraron adecuadamente, y la bolsa escrotal izquierda con un testículo sano no fue examinada ni fijada.
En una revisión posterior, se observó un aumento anormal en el testículo izquierdo, pero la atención médica fue limitada. Meses después, una ecografía reveló atrofia testicular izquierda, y el bebé perdió su segundo testículo. La investigación concluyó que hubo diagnóstico inadecuado, retraso en el diagnóstico, retraso terapéutico y tratamiento quirúrgico insuficiente.
Este caso se suma a otros incidentes de negligencia médica en España, y el abogado de la Asociación de Víctimas de Negligencias Sanitarias destaca que la falta de ecografías testiculares es común en estos casos. La situación del pequeño Daniel, que ya había perdido un testículo, no fue sometida a controles exhaustivos, lo que podría haber prevenido la pérdida del segundo testículo.